Otero, nacido en Ourense en 1970, es conocido por concebir el proceso creativo de sus obras como algo único que se aborda apostando la cabeza. Utilizando una amplia variedad de técnicas dependiendo de lo que sucede en el proceso, explora la dualidad entre crear y borrar, un juego de capas que refleja la complejidad de los mundos variables que nos rodean y que se comunican de manera sutil.
El título, que hace referencia a la golondrina y a las alcantarillas, sugiere una conexión personal que vive en él en muchas formas simbólicas y que nos anima a escuchar nuestras propias metáforas, como si de una danza se tratase. Y todo esto a través de la forma, el misterio de la forma.